Los tres
I

Oscar K. y Dorte Karrebæk


Los tres
I

…en el que Simba y Carlos encuentran un gatito en la calle


p. 3
Capítulo 1


p. 5
Estos dos eran Carlos

Y
Simba

Dos tipos duros.


p. 6
Simba era el mayor.
De pelo corto.
Con orejas puntiagudas
y remaches en el collar.


p. 7
Y luego está Carlos.
Con suaves patas,
mandíbula inferior saliente
y los ojos marrones . . .
además de una nariz de charol.

p. 8
Un día se encontraron
una gatita
en la calle.

GUAU


Una delgaducha caquita
de pellejo desmelenado.

p. 9
Se llamaba Culera
decía, cansada. Lola Culera

Ya, ya, y yo soy el Rey León, se reía Simba.

¡ Una gata con apellido !


p. 10
Debería apellidarse
Culitas
susurraba Carlos.
Lleva mierda en el rabo.

p. 11
Eso es porque llevo 5 días
con cagalera,
aclaró Lola Culitas

Tiene una solitaria,
dijo Carlos mirando a Simba.


p. 12
Le pusieron
una inyección

y un poco de ungüento
en la boca

y una caja para dormir.
miauuu


p. 13
¡Pienso
y
agua!


p. 14
Y luego fueron a tomar unos sushis,
los dos solos.


p. 15
Menos mal que uno no tiene hijos,
dijo Carlos.
Simba asintió.
Sí, ¡válgame Dios!.
¡Pónganos una de sushi!


p. 16
Yo tengo hambre,
lloriqueaba Culitas
y acercó otra silla.

Al final
les dio pena
y le pusieron algo decente
de comer.


p. 17
Total, era sólo una gatita.
Ji, ji, jo


p. 18
A no se le dio demasiado bien
comer con palillos
pero estaba
de un humor excelente.


p. 19
De repente dijo Carlos: Bueno,
tenemos que irnos.
¡Cuídate!
Y se largaron.


p. 20
¿Sigues ahí?
Carlos y Simba
miraron a Culitas.

Nos íbamos a casa, ¿no?


p. 21
Vaaale, te dejamos quedarte a dormir
esta noche.
Porque tienes cagalera.
Pero luego
se acabó.
A dormir!
p. 23
Capítulo 2


p.24
A ver si me contáis
un cuento para
dormir,

dijo Culitas.


p. 25
Venga, échate.
Ya (dedo) vale,


¡Paso! ¡Mías!

dijeron los dos.


p. 26
Los tipos duros
no entienden de gatos,

murmuró Culitas
y les dio la espalda.


p. 27
Con que no, ¿eh?
dijeron Carlos y Simba.

Y luego empezaron a contar que…


p. 28
…de hecho se habían criado
con uno.
El gato del vecino.

Se llamaba Alberto.



p. 29
Buenas
Alberto tenía (dibujo de los ojos rojos) .
Era todo blanco,
como si llevara camiseta
de manga larga.
Y calzoncillos largos.


p. 30
Todos los días les estaba esperando post = Buzón



p. 31
Salían a jugar.
Ja – ja – ji- ji – jo – jo – o o o o


p. 32
Alberto perseguía a Carlos
y a Simba. Hasta las copas de los árboles.

Y por delante de la puerta
donde vive el perro
grande y odioso.


p.33
Guau
O Alberto
les montaba
un teatrillo
en una silla.

Ji, ji, ji
Jo, jo, jo


p. 34
Pero
un buen día
Alberto
había
M U E R T O


p. 35
Estaba en la cuneta
con las patas estiradas,
sangrando por las orejas.
Le había atropellado un (dibujo de coche) .




p. 36
Ese cuento
da mucho miedo.
Ahora no me atrevo
a dormir sola.

sollozaba Culitas


p. 37
¡Bobadas!
¡Hasta maÑAna!

decidieron Carlos y Simba
y se fueron.


p. 38
Los dos tipos duros
se quedaron
mirando las estrellas,
pensando en Alberto.


p. 41
Capítulo 3


p. 42
Por la noche, Culitas soñaba
que era la (flecha a la gata) más grande
del mundo.


p. 43
Zac.
Je – je – je. Jo – jo
Ups.
Glub.






p. 44
m
i
m i n i n o
i
n
o


p. 45
Mnoa, ñe, ñuí



p. 47
Nombre del periódico: El Paí

Perro salva
a gato.

página 9

Menos mal…


p. 49
Capítulo 4


p. 50
Pero Culitas
no se desanimaba
así como así:
Se puso al acecho


¡Venganza!


p. 51
y atacaba a Simba
cada 2 x 3.

Ji ji ji


p. 52
Esta debe de haber visto
demasiados dibujos animados,

dijo Carlos.

¡Hay que llevarla al
psilócogo!


p. 53
Pe – pe – pero
e – eso cuesta
m u c h o
dinero,

opinó Simba.

p. 54
Pos, ¡lo arreglamos
nosotros!


¿Qué problema
tiene?


dijo Carlos.


p. 55
1ª hora

2ª hora

Dale – dale – dale – dale



p. 56
3ª hora

4ª hora ¡Puuuh!

5ª hora



p. 57
Esa noche, Culitas
durmió
profundamente y sin
pesadillas
en la caja



p. 59
Capítulo 5



p. 60
A la mañana siguiente
Culitas se marchó.



p. 61
¡ELLA
ya estaba
harta!


¡YO
ya estoy
harta!


p. 62
Pero Carlos ese día
madrugó.

Creo que nos pasamos
un poco
con Culitas
ayer.


p. 63
De manera que
se fue
a por pan.



p. 64
No hay que resignarse. No hay que resignarse.
No hay que resignarse, No hay que resignarse.
No hay que resignarse.



p. 65
De vuelta a casa se cruzó con Culitas.

¡Hooola, Culiiitas!

Se empeñó tanto
en saludar
que ni se fijó en que
la puerta del perro odioso
estaba abierta.


p. 67
¡Uy, uy, uy!
¡Tenemos un problema! ¡Uy, uy, uy!
pensó Culitas…


p. 68
… agarró el bolso con
el pan y se marchó pa´ su casa.


p. 71 ¡Uy, uy, uy!


p. 73
¿Qué va a pasar?


p. 74
Sigue leyendo en el libro
Los tres II

en el que un (dibujo del perro) grande, grande le partirá a Carlos en dos.